jueves, 15 de agosto de 2019

Crónica 13/08/19

Hola a todos,
Durante todos estos días, ha habido una presencia constante de la divina Providencia.
No ha habido un solo día en el que no pudiéramos notarla.
Cómo ha dicho uno de los peregrinos cada día más extraño que el anterior.
Desde el principio muchos han pensado que era una locura, que no hacía falta ir tan lejos. Pero que pregunten a cualquiera de nosotros, qué podemos certificar que ha valido la pena.
Aunque solo me corresponde explicaros nuestras hazañas desde que subimos al avión, me tomo la libertad de hacer de esta crónica el epitafio de nuestra aventura de altura.
Nos hemos aciñado en autobuses, duchado con agua fría, soportado horas de vuelo, despegues y aterrizajes, montado a caballo, comido cosas nuevas, repetir platos hasta la saciedad, hemos organizado un casal de verano, montar una tienda del Inca para los niños del parvulario, hemos rezado y cantado, hemos recibido formación y la hemos dado. Y hasta hemos podido surfear pacíficamente en el océano del Perú. Me vienen las palabras de San Agustín a la cabeza: ama y haz lo que quieras.
Estos días en Perú nos han enseñado a amar la vida, nos han enseñado a entregar la vida. En definitiva a disfrutar de las cosas buenas de este mundo en presencia de Dios.
Como ya debes saber ayer cogimos el avión con un poco de retraso, un poco al estilo peruano. El avión salió 2 horas y media más tarde de lo previsto. Cómo podéis imaginar toda mi preocupación estaba en cómo llegaríamos de Madrid a Barcelona pues era imposible el autobús de línea contratado nos sirviera de transporte. Así que no tuve más remedio que empezar a hacer Avemarías hasta que me quedé dormido en el avión. Del resto se ocupó nuestro ángel de la guarda. Y de qué manera.el conductor del autobús tuvo a bien esperar unos 10 minutos... Y luego 20 y luego 30 hasta 55 minutos.
Mención especial a las madres Salvador y Gomar, qué consiguieron tal hazaña juntamente con el chófer. Lo más impresionante es que nadie de los pasajeros que estaba esperando se quejó. Cuándo le pregunté al chófer cuál era su nombre no me sorprendió escuchar que era Ángel. Cómo decía el mismo, nunca había visto nada igual.
Nuestro recibimiento en Barcelona ha sido esplendoroso.
Con la única cosa de lamento qué tres gamberros robaron tres mochilas.
Ahora voy a celebrar la Santa Misa las 12 de la noche, pongo en la patena las intenciones de todos los misioneros y las madres que los han atendido. Y por supuesto por todos nuestros fieles lectores.
Que tengan viento propicio y que los colibrís los acompañen.
Hermanas y hermanos pueden irse en paz.
Padre Carlos (alias padre chony)

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