6 D’AGOST
Querido misionero,
hoy vuelves a visitar la antigua capital del Imperio Inca. Qué bonita que es, cuántos han quedado prendados de su belleza y su grandeza. La belleza que contemplamos en esta ciudad es el fruto del trabajo de muchas horas y de muchos hombres.
Es un hecho que estamos hechos a imagen de Dios y eso implica imitarlo. ¿Acaso puedes imaginarte un Dios perezoso, tumbado, pasando el rato…? No lo creo. Debemos acostumbrarnos a trabajar, a ser productivos, a producir gloria de Dios.
El tiempo es un talento que debemos hacer producir. Debemos aprovechar hasta el último segundo de nuestra vida. A veces buscamos pretextos para perder el tiempo y hacer un plan de sofá, pero no me refiero a estar en familia, sino mirando esa dichosa pantalla que hace bobos a los más listos. Ojo con excusarse pensando que todos lo hacen… espero que si correspondes a la llamada, trabajarás por Cristo como el que más: que si te haces hombre de oración, tendrás la correspondencia de la gracia y buscarás, con hambre de sacrificio, los trabajos más duros…
¡Pero serás feliz! ¡Serás feliz aquí y felicísimo luego, en la Vida!
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