sábado, 3 de agosto de 2019

SANTA ROSA CARTA 20

3 de Agosto
“Si el grano de trigo que cae en tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” Juan ( 12, 20-33)

Hay que morir para vivir, querido misionero. Hoy te hablaré sobre el compromiso: la marca de un verdadero apóstol de Cristo. Esta frase de el evangelio explica muy bien qué es esto del comprometerse: dar la vida. Dar la vida por Dios en primer lugar, porque Él está comprometido con nosotros, él murió en la cruz.

Nuestro queridísimo Papa Francisco nos explica que lo del compromiso es como lo que ocurre en un bocadillo de jamón y queso: entre los dos pedazos de pan ocurren cosas distintas. Tenemos a la vaca, que colabora con su leche para producir el queso. También tenemos al cerdo, que muere para darnos el delicioso jamón, que da la vida por el bocata; se compromete por la causa.

Vale, no tengas miedo, no te estoy diciendo que te tengan que matar o martirizar (aunque sea una gracia hermosa). El amor se demuestra en cosas sencillas. En una sonrisa por ejemplo. Día a día debemos estar comprometidos con Cristo en las cosas pequeñas. Ser fiel en el plan de vida; aceptar la vocación cristiana, laboral, social, familiar… son actos de compromiso con Dios. Ser fiel a lo que toca hacer en cada momento. Acércate a Dios en la oración, aprovechando que estos días lo tenemos tan cerca, es una de las maneras más bellas de responder a su sacrifico en la cruz: conocerlo.

Dios desea hacer milagros en nuestras vidas, pero lo más importante aún es que el quiere que seamos parte de este milagro. Tal cosa no puede ocurrir si no le somos fieles, si no estamos comprometidos al 100%. El Espíritu Santo no puede obrar en nosotros si no lo damos todo. Esto implica renunciar a ciertas cosas por amor a la fidelidad, no podemos servir a dos señores.

“Si alguno de ustedes quiere construir una torre ¿Qué es lo primero que hace? Pues se sienta a pensar cuánto va a costarle, para ver si tiene suficiente dinero.” (Lucas 14-28)

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