jueves, 25 de julio de 2019

SANTA ROSA CARTA 11

25 DE JULIOL
Querido misionero,
hoy estamos de fiesta en el Cielo, pues ¡celebramos la solemnidad de Santiago Apóstol! Hoy me gustaría hablarte de él. Santiago fue uno de los doce, de los elegidos por Jesús como apóstoles y tiene el privilegio de ser el primero de ellos en ser mártir.
Viajó desde Jerusalén a España, concretamente a Cádiz, Zaragoza, Granada y Galicia, predicando el Amor de Dios en todas partes, fundando así nuevas comunidades.
Después de haber sido prisionero en Granada, volvió a Zaragoza. Una noche, estando rezando intensamente con algunos discípulos, pidió luces para saber si debía quedarse o huir. Él pensó en su Madre, María Santísima y le pedía que rezara con él para pedir consejo y ayuda a su Hijo, que nada podía negarle a Ella. Así fue como de repente se vio un resplandor del cielo sobre el apóstol, y aparecieron sobre él ángeles que entonaban cantos harmoniosos mientras traían una columna de luz, en el pie de la cual, en medio de un rayo luminoso se señalaba un lugar a pocos pasos del apóstol.
Resultado de imagen de SANTIAGO APOSTOLSobre la columna apareció la Virgen, quien le dijo que le construyera inmediatamente una iglesia allí, pues su intercesión debía crecer como una raíz y expandirse. María le indicó que, una vez acabada la iglesia, debía volver a Jerusalén. En el lugar de la aparición se levantó lo que hoy es la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, patrona junto con Santiago de España.
Volviendo a Jerusalén, Santiago se pudo despedir de María en Efes, donde Ella le predijo su cercana muerte. Con qué ternura hablan de este momento ahora en el Cielo, pues ambos sabían que se reencontrarían pronto.
Casi recién llegado a su tierra, fue hecho preso y llevado al Calvario, como Jesús, y estando camino a su martirio siguió predicando la Palabra de Dios. Es conocida la frase que dijo cuando lo maniataban: “vosotros podéis atarme las manos, pero no mi bendición ni mi lengua”. Un tullido que se encontraba cerca le pidió que le diera la mano para sanarlo y así lo hizo.
Una vez llegados arriba del Calvario, le taparon los ojos y lo decapitaron. Su cuerpo fue enterrado en las proximidades de la ciudad, pero al desencadenarse una fuerte persecución, prefirieron llevar su cuerpo en barco hasta Galicia. 
Ya sabéis, queridos míos, que allí descansa su cuerpo, y aún hoy -y según tengo entendido vosotros el próximo verano-, muchos peregrinan a su tumba en Santiago de Compostela para pedirle favores.

Me dice que os escriba que aprovechéis para pedirle muchos favores, que quiere interceder por vosotros.

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