SANTA ROSA CARTA 3

17 DE JULIOL

Mi querido misionero,

hoy os espera un viajecito un poco durillo en bus hasta Abancay, puedes aprovechar para ofrecer cada hora por un alma concreta, ¡qué bien que son tropecientas horas! ¡hay tantas personas que lo necesitan!

Esto me recuerda a una tarde en la que estaba paseando por aquí con Santa Teresa de Calcuta cuando vimos una escena de los más enternecedora: estaba un padre de familia leyendo el periódico y un hijo suyo pequeño, de cinco años, no le dejaba en paz. En el periódico había una hoja en la que aparecía un mapamundi. La arrancó el padre y la hizo pedazos y se los entregó al niño diciéndole:

“A ver si eres capaz de ordenar los trozos y recomponerme el mapa del mundo”. El niño se marchó con los papeles. Y el padre se prometía un buen rato de lectura tranquila. Pero a los pocos minutos volvió el crío con el mapa perfectamente restaurado. “¿Cómo has podido rehacer tan pronto el mapa?” preguntó el padre. “Fue muy fácil, papá. Por la parte de atrás del mapa había el retrato de u hombre. Recompuse el hombre y quedó arreglado el mundo”.

En el papel el camino que encontró el niño era el más fácil y sencillo. En la realidad es el único camino, no hay otro: sólo se arreglará el mundo arreglando al hombre, el corazón de cada uno. Las medidas legales y políticas podrán hacer algo, pero nunca resolverán lo que es un problema moral, y bien lo sabemos con la historia que arrastramos. 

Pues al final, cuando uno mismo lucha por mejorar un poco, ya está haciendo mejorar el mundo. Y cuando uno trata de ayudar a los demás a ser mejores, está haciendo que el mundo sea mejor. 

¡Aprovecha pues esta oportunidad para cambiar de verdad el mundo!