SANTA ROSA CARTA 12

26 DE JULIOL 

Querido misionero,

de fiesta en fiesta y ¡tiro porque me toca! Ayer Santiago Apóstol y hoy la solemnidad de los padres de la Virgen: San Joaquín y Santa Ana.

Ana, “la que hace el bien”, era originaria de Belén. A los 24 años se casó con un propietario rural dedicado a la ganadería y las lanas de origen galileo, llamado Joaquín, “Dios dispondrá”. Vivieron juntos en Nazaret. Tras 20 años de matrimonio no habían tenido hijos y santa Ana era ya estéril. San Joaquín ayunó durante 40 días en el desierto, donde un ángel le anunció el nacimiento de su hija. Llegado el momento, llevaron a María al templo de Jerusalén para ser educada en las labores, oraciones y otros servicios de Dios.

Un santo de los primeros siglos afirma que dividían los productos de sus campos en tres partes iguales: una para el templo, otra para los pobres y la última para su sustento. Otros escritos muy venerables cuentan que presentaron desde muy pequeña a María en el templo y que la llevaban frecuentemente allí para que la instruyeran en la religión, es por eso que cuando va a visitar a su prima cita frases del Libro Sagrado.

Imagina con cuánto amor arropaba Santa Ana a la Virgen cuando esta era sólo un bebé y cómo San Joaquín llegaba a casa y se llenaba de alegría al ver a su preciosa hijita cada día más cerca de Dios. Y luego, ¡cómo debieron de acoger la magnífica noticia que su nieto no sería otro que el mismísimo Dios! San Joaquín y Santa Ana dijeron que sí, abrieron su corazón a Dios y aceptaron en todo momento aquello que Dios pensó para ellos, ¡incluso  habían aceptado no tener ningún hijo! Justamente por haber aceptado la voluntad divina, la alegría que sintieron cuando supieron que iban a tener una hija, María, ¡fue indescriptible! 

Así pues, tomándolos como ejemplo, no dudes en decir SÍ a Dios en todo lo que te proponga; ¡la alegría y el gozo con la que te recompensará no la puedes ni imaginar!